
Kilmer caminó meditabundo, sobre la cubierta del barco no le quitaba ojo a un horizonte despejado, liso y anodino. No le gustaba viajar por mar, lo consideraba un medio de transporte ineficaz, y toda su vida se basaba en la eficacia, la totalidad de la eficacia en sistemas complejos. Al alba había discutido con Malena, tras una noche enroscados, boca con boca, derritiéndose el uno sobre el otro, fundidos en jadeos clandestinos. Cayeron como si los hubieran tiroteado a caricias, desangrándose en absoluto placer, con el cuerpo rígido y la respiración ausente, ahogada en un orgasmo bífido, miel y fuego. Sexo palpitando, labios hincados sobre la libido, devorando, sembrando, entrega, refriega sin piedad. Ternura, sumisión, derrota y victoria, clímax vectorial asediando la voluntad inquebrantable de romperse el alma sobre las sábanas. Así eran ellos en mitad de la penumbra. Tras la batalla en la paz donde la respiración se baja de la locura, y las miradas se tocaban con algo idéntico al amor, ella habló.
- Estoy embarazada, y … no pienso abortar- él se sintió hecho de plomo, agua hielo en los pulmones.
- Es broma, Ven aquí, ¡te voy a dar cabrona! – Risa de bobo, una salida estúpida, ambos sabían que lo era- Vete a la mierda-. Replicó Malena.
El resto del tiempo fue un intercambio de palabras, discutir en silencio, nada provoca más ira, que discutir sin gritar, sin expresar. Reproches, acusaciones, puñaladas de palabras, Kilmer se marchó en sigilo, tal como exigía su relación, sin despertar sospechas en el resto de los camarotes, con las arterias del cuello aún dilatadas por la furia. Malena se quedó en la habitación, sentada sobre la cama, su decisión intacta, su fuerza aumentada, su rabia quemándole las mejillas. Lo amaba, así que también lloró, pero no daría un paso atrás.
No se sabe bien cuando comenzó, su lio había nacido en el destello de una mirada un año atrás, a pesar de llevar unos quince de amistad y trabajo. Ella era directora del departamento jurídico, una persona incansable, implacable, una apisonadora, temida en los litigios, capaz de destripar la ley como a un cerdo, y sacarle provecho a cada esquirla de hueso. Kilmer ingeniero de procesos, un genio de la teoría de sistemas, como dije, un maníaco de la eficiencia. Ambos fichados en la misma universidad, por una multinacional ya desaparecida, pero todo un monstruo tecnológico de la época. Habían hecho crecer la empresa, el precio fue una vida personal llena de múltiples fracasos, inconstancia, y montañas de soledad. Cuanto más ascendían a la cima, más fría, más lacerante, se les hacía la vida. Fue ese el motivo que los llevó a mantener su aventura, al menos al comienzo, después, detrás de “todo ese follar, por no dormirse solos” como lo llamaban ellos, nació algo más profundo y peligroso. La junta directiva les podría perdonar sus polvos a hurtadillas, pero jamás una relación más sólida, amor, el amor une de por vida. Demasiado poder para dos altos ejecutivos, demasiado en común, demasiado fuertes, para la manada de lobos solitarios, dos lobos, que joden y se aman, intolerable. Los habrían descuartizado y convertido en pienso antes, que consentirlo, o al menos a uno de ellos. Malena acumulaba mucho poder en la empresa, ella era el cajón de los secretos mejor guardados, carnívora de dientes afilados. Kilmer, era importante, un genio del diseño de sistemas y director de proyectos avanzados en la división cibernética. Él era difícil de sustituir, pero no imposible. Ambos sabían desde el primer beso, el riesgo que corrían, y por ello fueron sombras ocultas dentro de sombras, para mantener su incandescente libido, su pasión, y el sofocar a su insaciable soledad, bien lejos de la peligrosa luz.
En ello pensaba Kilmer, un hijo con Malena, era su final. Él era sustituible, ella un órgano vital de la empresa. Kilmer temió, por él. Sus proyectos, su ambición, y todo el sacrificio que había dejado atrás, serían nada. El miedo lo consumía, y la ira, porque ella no contaba con él. Así mientras pensaba y caminaba por la cubierta del pequeño crucero de lujo, “Asunción”, vio como el mar a su alrededor, parecía contagiarse de la cólera de su alma. El barco había sido fletado por la corporación, un premio para la junta directiva, o al menos buena parte de ella. Un viaje para unir lazos lo llamaban, les encabronó sobremanera que les invitaran, no podían contenerse mucho tiempo, y deberían ser extremadamente discretos. Eran solo tres días de viaje a las Bahamas, dos en la ciudad, y la vuelta en avión privado. Deberían haberse reprimido, pensó, pero cuando el fuego les mordía, era veneno sexual, quemando la sangre. Habían pasado un año sin decir te quiero, tenían prohibido, sugerir siquiera la palabra amor, un pacto mutuo que no necesitó negociación, la omisión bastó para sellarlo. Ambos sabían, pero callaban, y el sexo les daba léxico para cubrirlo todo.
El sol desapareció en segundos, Kilmer observó la inquietud trepando a la mirada, de los pocos miembros de la tripulación de cubierta. Subió al puente, el capitán lo echó de allí, con buenos modales y sin vacilación alguna. La línea del horizonte se resquebrajó, las olas se hicieron fuerte, y el barco empezó a desafiarlas de proa. Los pasajeros mareados, asustados, aturdidos subieron a cubierta. Se saludaron, confusos, no mostraban miedo, todos eran lobos, Malena no estaba. El “asunción” era un buen barco, robusto y elegante, pero comenzó a zozobrar. Kilmer buscaba ansiosamente a Malena, por toda la cubierta. La encontró serena, alejada de todo y de todos en la parte de popa. Se miraron, se hablaban con la mirada, incluso parecía que se disculpaban con ella, cuando el cielo estalló en mil pedazos, como si fuera de cristal y lo hubiera roto una pedrada. Un enorme y perfecto círculo de nubes giraba a toda velocidad, el agua golpeaba con violencia el casco del barco, y las olas amenazaban con volcarlo. Malena se aferró a la barandilla, los nudillos rojos, épica, luchaba por llegar hasta Kilmer, él hacía lo propio, cuando escuchó el alarido final de la madera del casco, algo lo había partido. Ella le gritó, el viento se llevó sus palabras, él deseó pronunciar un te quiero, un grito desesperado de amor, pero no logró sacarlo de su boca. Sus dedos casi se tocaban, el temporal tiraba de ellos en sentido opuesto. Él agarró su mano, ella la asió con la fuerza protectora de una loba, de una madre, defendiendo algo más que su vida. Un Muro de agua sólido como el cemento se abatió sobre ellos. silencio, oscuridad.
No recordaba mucho cuando despertó en la orilla, sobre la fina arena de una playa. En su pensamiento la imagen de Malena, y la de sus manos entrelazadas con fuerza, no cesaba de repetirse en bucle para destrozarle, la había perdido. Recorrió la playa palmo a palmo buscándola, gritó su nombre, una, dos, mil veces, y caminó, sin detenerse. Así es como supo que estaba en una isla, que tardó en bordear cerca de cinco horas. El horizonte alrededor se mostraba difuso. El cielo, seguía exhibiendo aquellas nubes girando enloquecidas. Comprendió que se hallaba en el ojo de un enorme huracán, la misma bestia que había sorprendido al “Asunción” para partirlo en pedazos y mandarlo al fondo del océano. No sentía hambre, ni sed, no sentía nada, las magulladuras no dolían, los cortes tampoco, pero todo él era dolor. Aquel maldito ojo del huracán sobre su cabeza, no parecía moverse, a los lejos la tormenta debía continuar, el horizonte seguía desdibujado apenas a un kilómetro. Erraba por la orilla, pensaba en su vida, densa soledad, en medio de aquella solitaria isla. Recorría su perímetro, todo soledad, pudo haber sido padre, haber dicho te quiero, ella lo dijo, estaba tan seguro, él se lo quedó en la boca, cobarde enajenado. El tiempo parecía inerte, el fuerte viento lo abatía todo, sintió y pensó y deseó morirse, aunque lo rescatasen sería devolverlo a una vida sin ella, sin nada. Su ropa desgarrada, su alma hecha jirones, caían por su piel. El ojo del huracán bramaba, en las alturas, giraba y giraba, como un carrusel animado por el diablo, sentía su llamada. Había caminado sin cesar por el perímetro de la isla, estaba harto del mar furioso, cansado de ver girar las condenadas nubes sobre la cabeza. Hastiado de dolor, de vagar sin sentido por aquella maldita isla, que él bautizó como isla soledad, decidió ponerle fin a todo. Sobre la arena yacían algas, y lo que parecían restos de coral de un color azul extraño, estaban afilados, se había tropezado con ellos todo el día. Se sentó apoyando su espalda contra una palmera que apenas levantaba dos metros del suelo, era una persona de decisiones, basadas en la eficiencia. Lo eficiente, sin duda, era matarse. El pulso no le tembló y se rajó las venas, poco a poco sus ojos dejaron de percibir la luz, el aire no acudía a sus pulmones, su cuerpo se acomodaba a la arena, carne, trapos, y él dejó de ser.
Su voz le despertó, desnudos en la cama, el alba comenzaba a clarear por el ojo de buey, habían pasado la noche follando como locos, sudor, flujo, esperma dentro de ella. Caricias jadeantes en sábanas mojadas. Ella le miró, él todo confusión, mirada en carne viva .
- Tengo que decirte algo- dijo ella.
Sintió aire en su garganta, desconcertante, inesperada vida regando su sangre, caos y eficiencia, miró a su alrededor, sus ojos se abrieron mezcla de miedo y vértigo.
- Malena, te quiero, os quiero. – Dijo él- El rostro de Malena era luz y clamorosa sorpresa.
Kilmer seguía sin entender, que hacía un trozo de coral azul extraño en su mesita, isla soledad era real, la conocía bien.
Mik Way. T ©
Relato con tinte fantástico, algo de erotismo, y sin dejar reposar, lo anoto para algun cambio, pero deseaba publicarlo, a ver que os parece. Contarme, y si veis algo que rasca, adelante ¡¡
No cambiaría nada, es realmente bueno, Miguel👏👏😉😘🤗✨🥰🥰
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Graciaas Mamen, por leerlo y apoyar a la criatura tal como está. 🌹🌹🌹🌹😘✨✨✨
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Hola Mik! Que bien que le diste una segunda oportunidad a Kilmer! Relato interesante y buenas descripciones. Dejalo reposar y ya le sacarás más brillo si tú determinas que lo necesita. (Yo siempre hago cambios en mis historias pero uno debe saber cuando parar😂). Un abrazo!
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Si necesita una revisión, me lo pide, pero la trama no cambiará. Gracias por leer Ana¡¡ Kilmer necesitaba un empujónjajaja
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Fantástico! Me tuvo enganchada desde el principio y me sorprendió el final. De película! Una historia completa, que abarca muchas situaciones en unos cuántos párrafos.
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Siiii asi es Maricruz, ese era uno de los retos que me impuse, mucho en poco. Eje central un amor vestido de sexo, y en torno a ello, los propios entresijos de los personajes ¡¡ Gracias por comentar¡¡
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Tu relato brilla por sí mismo ¡¡¡ Engancha desde el principio hasta
el final.Dónde afloran los mejores sentimientos entre
sus protagonistas, dando la bienvenida a la inminente llegada de un nuevo ser👶💌💞
Me ha encantado.👍🌹
Un abrazote.
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Muchas Gracias Susan ¡¡¡ me alegra que lo hayas disfrutado Un abrazote grande¡¡¡🌹🌹🌹✨✨✨😘😘
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«Somos a tal punto una misma cosa, en ese enredo de ovillo donde la lana blanca y la lana negra luchan como arañas en un bocal.» Julio Cortázar, El Río, fragmento.
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«Sombras ocultas dentro de las sombras» metáfora cuasirrefleja… Bella.
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Gracias¡¡¡ ✨💜✨
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Como todo lo que he leído tuyo, ¡es francamente bueno! Enhorabuena, tienes una imaginación inagotable…
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Gracias Gloria, a veces la imaginación solo es cuestión de observar la realidad, y dejarse llevar por lo que no te cuenta, y lo que te sugiere, así me surgió este relato, y creo que casi todos, por la necesidad de inventar situaciones, para explicarme el mundo. Un abrazo grande ¡¡¡
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