
Hoy la materia devoró cada gota de dolor del alma fatigada, y dejó el agrio sabor de las mentiras, de un paladar de azúcar, cerca del pensamiento.
El urbanita despertó con el sopor del alba, pero nunca llegó a brillar como el sol. El mediodía se tiró desde una ventana, y cayó sobre un jardín de cemento viejo, se arrastró unos metros y se puso a jugar con la tarde. El cielo se volvió ocre. Él sintió su cuerpo desvanecerse, su carne colgando de los huesos, agonizando a la par que nacía el ocaso. Hastiado, tomó el camino a casa, se cruzó con una docena de miradas, igual de derrotadas que la suya. Alguien coqueteó con sus ojos apagados, se posó un momento y luego pasó de largo. Él ni parpadeó, los pasos lo arrastraban.
Saludó con cortesía a un conocido, un encuentro casual, y entre la charla breve, en sus eternas pausas, como una carcajada, logró escuchar el tintineo de cadenas de acero, el tiempo se quejaba. Se formó un repentino silencio, rápido como un tornado, e incomodó la charla coloquial, insubstancial. Ninguno supo a quién pertenecían los grilletes, que aún reverberaban, entre el rumor del vuelo poderoso de unas gaviotas, que sobre sus cabezas, se dirigían al mar. Él las siguió con la mirada, y mientras su corazón quería alzar el vuelo, se despidió con voz aletargada.
La noche sedujo sin esfuerzo, a la sonrisa tonta de una luz adormilada. Abrió las puertas a sus sueños. Llegaron en bandada, corriendo encandilados, como niños por el sonido de la campana, que les anuncia la espumosa libertad del ansiado recreo. Son niños, ignoran que nunca han sido libres, ni cuantos de sus sueños serán entablillados, querrán cruzar el mar, y apenas lograrán un corto chapoteo.
Una día más, el urbanita frustrado, recoge sus piernas alicaídas, al sentarse sobre el asiento de un vagón del metro, resuena la materia. El viaje, perfecta analogía de su propia existencia, le abate: idas y venidas de un extremo a otro de sus sueños, o su realidad, sin llegar a detenerse nunca lo suficiente, en ninguna estación, por temor a llegar tarde a la siguiente. Hay miedos y un demente gobernando la situación.
Sus párpados son plomo, estanterías combadas, repletas de fútiles objetos, ideales madrigueras para el polvo. Un pozo sin fondo, una acequia seca, donde cabe el universo entero, lo sabe. Gruñen los lobos, se les acaba de escapar un cordero. El metro viaja atestado, los frenos se cubren de aceite, se iluminan las salidas del vagón, y la marcha se detiene. Suben unos, otros bajan, él no repara en nada, su mirada vaga en un rincón, las ruedas giran de nuevo y el tren sigue su marcha. Un tedioso recorrido hacia el final de su existencia, un vórtice a la nada.
¿Ha tomado alguna vez unas flores, mojadas de rocío entre sus manos? Son frescas ¿Verdad? Si, pero no dejan de estar muertas. Olemos y comemos cadáveres todos los días, sentimos en el espejo, cómo un tiempo que no vemos, nos obliga a tragar saliva, nos minimiza y sonreímos, acicalados, resignados, persignados, tratando de quitar hierro a la tragedia. Y si algún día ya no podemos soportar el excesivo peso de existir, nos apretamos contra un aparador y acaparamos. Luchamos a codazos, por adquirir deseos, porque el deseo tal como lo observamos, parece mucho más barato y asequible que alcanzar un sueño, o que cruzar el mar.
El urbanita, lo sabe, luchar por la materia, corroerá su vida, por mucho que el camino parezca ineludible, y se lo llenen de placeres, ofertas y rebajas, termina en una caja rellena de vacío. En su rostro, acaba de nacer una sonrisa invisible, las gaviotas vuelan, el mar ronronea en sus mejillas, un viento favorable empuja su navío.
Aquella noche, alargó su viaje, y no se bajó en la parada habitual. Se adentró en sus sombras, y decidió seguir a las gaviotas, rebuscó el más encantador de sus sueños, lo tomó de la mano, y se encaminó hacia el mar.
Mik Way. T ©
Foto : George Desipris
Relato corto, tiene poca revisión, no es recomendable hacerlo, pero quería vuestra primera opinión, y lo publico. Dadle a me gusta, si es así, valoro cualquier apreciación ¡ Un Abrazo a tod@s!
Abrazar los sueños más hermosos nos lleva a esa felicidad q nos roban los sinsabores d lo cotidiano, entonces hay q ir a por ellos👏👏😉😘😘🤗🤗✨✨🥰
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los sueños, la corriente indómita de la vida, a ellos debemos aferrarnos.. gracias por tu comentario 🌹🌹🌹✨✨✨😘😘
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