“El café con Natalia”

Esta noche soñé con rostros del pasado. Eran los rostros de los que ya no están, los que se fueron quedando por el camino, y dejaron este mundo. Siempre los he recordado, a unos más que a otros, pero siempre caras difusas, como fotografías mal enfocadas. Al levantarme, tras la ducha, me dispuse a afeitarme, las caras me perseguían, no una u otra, todas. Cada una de ellas, como un desfile, y lo sorprendente es que no sólo no podía desprenderlas de mi pensamiento, sino que cada vez las veía con más nitidez. Eran caras frescas, vívidas, definidas por gestos y movimientos, dotadas de un cierto aire alegre, como si celebrasen el regreso, de dónde fuese que estuvieran cuando dejaron de estar vivas. Traté de sacarlas de mi cabeza. Intenté pensar en todo cuanto tenía que hacer, al cruzar la puerta de casa, para dedicarme a una nueva jornada de trabajo:  ver a mi hija, hacer la compra y tomar café con Natalia, y por fin lo conseguí. En ocasiones la odiada rutina es justo lo que necesitamos, para despojarnos de una pesadilla que nos persigue más allá del umbral del sueño. Siempre nos quejamos de lo repetitivo de la existencia, pero esta mañana me ha sido verdaderamente útil. Después el día ha sido bueno, el trabajo fue como la seda, los viernes no es raro que lo vea de ese modo. Mi hija ha sido puntual, y hemos charlado sobre la reanudación de su año escolar, nada nuevo bajo el sol, y muy al contrario de lo que suelo decir, me ha alegrado que así sea. Natalia estaba preciosa, es profesora de primaria, tiene casi mi edad. Le vuelven loca los críos, y reconozco que me atrae. Hoy después de ese sueño tan raro, he querido probar suerte e invitarla a salir conmigo al cine o a cenar, pero no he podido hacerlo. Quizá porque no quería estropear el día, quizá por no perturbar la armoniosa rutina, quizá porque recordé que Natalia lleva treinta años muerta.

Mik Way. T ©

Foto Fariz Hermawan

Un relato nacido de una sola frase, que se va dictando sola, y que me vino al recordar a los que se quedaron atrás, espero que os guste, os agradezco la lectura y cualquier comentario. Un abrazo a tod@s

12 respuestas a ““El café con Natalia”

    1. En Realidad, las pruebas que tenemos sobre la existencia de la Realidad, son Realmente frágiles, es tan sencillo burlar nuestros sentidos, que lo Real y lo onírico, son Realmente construcciones mentales. Gracias por tu comentario, Mamen, me alegro que te haya gustado el relato. 😉😘😘😘😘

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  1. La siento conmigo cada día. Hablo con ella despierta y ella me llama mientras duermo y la puedo escuchar claramente diciendo mi nombre. Ese es el consuelo que queda a ocho meses de la partida de mi madre al lugar donde sea que esté. Sé que siempre estará conmigo.

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